lunes, 24 de enero de 2011

“Hablar bien es gratis, no seas tacaño”.

Si tuviera que decir cuál es mi pasión o mi vicio, según se mire, no cabe duda que diría la lectura, podría definirme como “devoradora” de libros (en el buen sentido). Aprendí a leer a una edad muy temprana y desde entonces, ni sabría ni podría decir cuántos libros han pasado por mis manos, desde los clásicos cuentos troquelados “El sastrecillo valiente”, “La pequeña castañera”, “Los tres cerditos”… fui creciendo, y mi padre (que alimentaba mi vicio), cambió los cuentos infantiles por las novelas de jovencitas con las sagas de  “Sissi”, “Los cinco”…  Me compró “El Quijote” con 7 u 8 años para que lo leyera cuando fuera mayor… Todos los meses me regalaba un libro. Pasé por los clásicos españoles, con una colección de 100 obras de la literatura española: novela, poesía, teatro y como no, los contemporáneos… Disfrutaba con los comentarios de texto y una redacción se convertía en un relato corto (o largo)…
Me preocupa la poca afición de los niños, jóvenes o adultos  a la lectura, es una fuente de sabiduría, conocimiento, ilusión, historias, aventuras… La lectura te transporta a un mundo imaginario y paralelo en el que, no sólo todo puede ser posible, sino que vivirás otras realidades… Mi profesor de Lingüista de COU le decía a sus alumnos de Literatura: “La Literatura (lectura) es la ilusión de cada día”. (Se ganó el apodo de “El cupón” – de la once -).
Pero hay algo más que me preocupa y son  las faltas de ortografía y lo mal que hablan algunas personas… Me duele la vista ver y leer “las bacas son rumiantes”, “oy luce el sol” o mañana havra llubias generalizadas”… Rechinan mis oídos cuando escuchan “Esta niña es mala donde lo haiga”, “Contra más lo pienso más lo creo”, “Mañana te traigo las afotos del viaje”… Afortunadamente cada vez se habla mejor, aunque hay por ahí cada espécimen que no se refina aunque la fundan de nuevo, porque cada vez que intentas decirle como se dice te salta con “soy andaluza”; perdona bonita, una cosa es comerte las “s” finales o aspirar las “h” y otra hablar mal… Alguien dijo una vez: “Hablar bien es gratis, no seas tacaño”.
Mi obsesión por lo mal que se habla me llevó a "coleccionar" palabras mal dichas, la lista es interminable, pensé que ya no podría añadir ninguna más, pero me sorprendo a mí misma cada vez que en mis oídos rechina alguna y corro a añadirla, espero con ilusión el día que no pueda añadir más, porque significará que hablamos mejor.
En una próxima entrada pondré parte de la lista, y, aunque se nos escapen algunas risas, es un problema serio.

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